EL CASTRADO DEL REY

Que la música amansa a las fieras es de todos conocido, aunque no sepamos si es cierto o no, pero que un Borbón sea una fiera, en el más amplio sentido de la palabra, eso sí que sabemos que no apunta a ser cierto. Aun así, parece ser que a Felipe V le funcionó escuchar canto y música para curar o al menos disminuir sus males.

LORENZO PIRIZ-CARBONELL

Lorenzo Piriz-Carbonell en Asociación la Tortuga de El Charco.

10/12/20255 min read

“El Castrado del Rey”

Que nadie se rasgue las vestiduras que todavía en nuestra España no hemos tenido ningún Rey Castrado, bueno quiero decir físicamente, porque si es para hablar de reales cerdos anodinos y emasculados mentalmente, si que tenemos Monarcas para dar y repartir. Al Rey que me refiero en el título es Felipe V y para introducirnos en este cuento casi de Callejas, voy a hacer un somero repaso histórico para explicar no con mucho entretenimiento, el como y el porque de las aventuras y desventuradas de este Borbón también Bobón que nos tocó en suerte en aquel siglo XVIII tan rico en cultura y músicas como casi enmierdado por sus políticos y Políticas. Y así diré: El rey Felipe V era una persona saludable, inteligente y de trato exquisito, hasta que llegaron a su vida diversos ‘padecimientos’, que hoy consideramos trastorno bipolar y depresión. Se cuenta que el rey en fases agudas de la enfermedad quiso montar los caballos de los tapices del palacio, e incluso, llegó a creerse una rana. Se le definía como melancólico y desarrolló un síndrome que le hacía pensar que estaba muerto. Isabel de Farnesio, su esposa, estaba convencida de que la única forma de calmar los estados depresivos del rey pasaba por la música y el canto, artes a las que se había mostrado siempre receptivo. Por ello, la reina invitó a España al mejor: Farinelli. Fue el fichaje estrella de la monarquía española. Pero ¿Quién era este Farinelli que por su gran fama conseguida ya triunfaba por toda Europa? Un castrati. ¿Y eso que era? Pues lo explico lo mejor que puedo.

Carlo Broschi ‘Farinelli’ es el cantante castrato más famoso en el universo de la música. Su voz angelical y su talento como cantante han dejado una marca imborrable en la historia de la ópera. Su legado perdura como un ejemplo de virtuosismo y como figura eminente en la música barroca, no solo por su amplia extensión vocal o su capacidad para emitir notas agudísimas sin esfuerzo aparente, sino por su encomiable profesionalidad y capacidad de gestión al frente de la cultura cortesana española del siglo XVIII, a la que impregnó del gusto por lo italiano. La castración era una operación de riesgo, realizada con medios rudimentarios y falta de higiene. El médico (en algunos casos el barbero, el capador o el albéitar o veterinario de la época), tras realizar una incisión en la ingle, extraía los testículos. En España se denomina a los castrados con el término ‘capón’ y la castración por razones musicales ya se registra en 1506 en un documento relativo a los mozos de coro de la Catedral de Burgos. En Italia se sometieron a la castración entre 3.000 y 4.000 niños cada año, para abastecer las capillas musicales

El castrato, acompañado de algún instrumentista, cantaba para el monarca desde una habitación contigua a la que este reposaba. Resultó que, al son de la música y el canto, el rey reaccionó y volvió a hablar. Con el tiempo la enfermedad pareció serenarse. Esta labor ‘musicoterapéutica’ quizá tenga más de leyenda que de historia, ‘ma se non è vero, è ben trovato‘. Tuvieran mucho o poco que ver estas actuaciones en la mejoría del monarca, este, agradecido y recompensó a Farinelli, que se convirtió en un personaje influyente de la corte. Farinelli era conocido, prestigiado y admirado en toda Europa por la excepcionalidad de su voz, capaz de cubrir más de tres octavas y media y cantar más de 250 notas en una sola respiración. Tenía una voz de soprano penetrante, completa, rica, luminosa y bien modulada y su entonación era pura, su vibración maravillosa, su control de la respiración extraordinario y su garganta muy ágil. Era un excelente instrumentista que tocaba la viola y la viola d’amore. La actividad de Farinelli en España fue mucho más allá de las tareas del músico. Fue el encargado de reformar y refinar los gustos culturales a partir de la apertura a las corrientes y artistas europeos, especialmente italianos. El gran prestigio europeo de la personalidad de Farinelli y su servicio a los reyes españoles es utilizado como símbolo de la amplitud de miras y del poder de los monarcas. En esta época, además de seguir haciendo música en la cercanía de los reyes, se encargó de la gestión y preparación de los actos musicales en la corte y en algunos teatros; se crearon nuevas compañías y pequeños teatros de ópera en los Reales Sitios; se programaron en España óperas que habían triunfado en Europa y se compusieron otras para ser estrenadas en Madrid; se contrató a músicos sobresalientes europeos para la corte española. Farinelli organizó la cultura y el ocio. No solo programó un verdadero ciclo metastasiano compuesto por doce óperas serias y algunas obras más breves, sino que organizó las fiestas con un sentido de hombre de estado que vinculaba festejo y política. A la muerte de Fernando VI en 1759 y la llegada al trono de Carlos III, poco interesado por la música y con otros objetivos políticos, Farinelli renuncia a sus cargos y, bien recompensado, marcha a Bolonia en los primeros meses de 1760. Veinte años mas tarde muere en su lugar de nacimiento rico, influyente y poderoso rey de las artes cantoras no solo de Italia, sino de la Europa de culturas aficionadas que él siempre supo controlar. Pero hoy por hoy, aunque poco conocido por los posturetas de la cultura, Farinelli vive. Su fama le trascendió. Hoy es un singular icono, apoyado tanto en el talento musical como en la ambigüedad sexual y atracción que rodea a los castrados, a veces elevados a la categoría de ‘ángeles en la tierra’ o bellos artificios de la medicina, y otras denostados como híbridos, ‘medio hombres’ o 'seres de naturaleza monstruosa'. La realidad, el mito y la fuerza icónica de Farinelli llegan hasta el presente, cada vez con datos históricos más contrastados. Y aquí concluyo este cuento histórico, que escondido en la cultura musical de aquella España, monárquica pero melómana, sigue demostrando que la música, el arte, la cultura literaria, el canto, la pintura, la escultura, la danza, la poesía (la de antes, no las porquerías progres de ahora) son la única esperanza de que nuestro pueblo recupere su cultura que hoy se encuentra sumergida en las estercoleras piscinas de la ignorancia y de los móviles celulares de Inteligencia Artificial. Yo veo la luz al final del túnel porque soy un optimista bastante iluso...pero espero seguir viviendo para verlo.

Lorenzo Piriz-Carbonell