EL FANTASMA DEL TEATRO

No hay castillo, ni mansión, ni teatro que se precie que no tenga su fantasma. Es más, posiblemente algunas de las transacciones de propiedad entorno a algunos de estos inmuebles, no se habrían hecho de no tener su fantasma. Otra cosa es que a algunos, solamente les preocupe y ocupe el fantasma. Cada cosa en su justa medida. En nuestros días y lamentablemente, los teatros en concreto, más que tener su fantasma, se llenan de fantasmas, pero estos, no tienen una historia detrás que les avale, simplemente ejercen como tales.

LORENZO PIRIZ-CARBONELL

8/30/20256 min read

“El fantasma del Teatro”

Y para abrir boca diré que se va a tratar del Fantasma del Teatro Romea de la ciudad de Murcia. Y mas que del fantasma es de su insólita leyenda que contiene y que truculentamente se ha venido manteniendo desde años atrás. Y como para mi, esto es un verdadero cuento, pues como cuento lo voy a narrar, comenzando por recordar su leyenda tan pueril como pueblerina, para luego hacer una especie de aviso a esos periodistas de hoy que en vez de escribir las verdades y comentarlas, se recrean en sus mentiras y en sus ignorantes maneras de informar. Para finalizar escribiré la verdad de lo que mi experiencia adquirida prácticamente viviendo mas de 20 años en los antros direccionales del precioso teatro, sabe y puede constatar. Y no comenzaré este cuento diciendo “había una vez” sino replicando a la manera de los “copia y pega” lo que se puede encontrar en los interneses tan modernitos acerca de éste asunto. Y aquí va la información wikipedica ( y que me perdone la RAE):

La leyenda del Teatro Romea de Murcia cuenta que un fraile dominico maldijo el teatro, prediciendo que se quemaría tres veces y que la tercera, con el aforo completo, sería catastrófica. Esta leyenda surge tras dos incendios que sufrió el teatro, uno en 1877 y otro en 1899, y el temor a que una tercera vez se cumpla la maldición hace que se deje una butaca vacía en cada función para evitar completar el aforo, según la creencia popular.

La leyenda se desarrolla a partir de la construcción del teatro en terrenos que pertenecían a la Iglesia, específicamente a la orden de los dominicos. Molestos por la expropiación, un fraile habría lanzado la maldición, advirtiendo que el teatro se quemaría en tres ocasiones. Los incendios de 1877 y 1899, con sus respectivas consecuencias, reforzaron la creencia en la maldición. Para evitar la tragedia predicha, se ha adoptado la costumbre de no vender la última entrada, dejando una butaca vacía, tradicionalmente tapizada en negro, en cada función. Esta práctica, mantenida a lo largo de los años, es un recordatorio constante de la leyenda y una medida para evitar que se complete el aforo del teatro, según la creencia popular.”

Fin de lo publicado en Wikipedia. Para morirse de contracción del diafragma por hipo o de risa que para el caso da igual. Hay que ser iluso para tragarse éste rosario de mentecatadas. Vamos a ver, y seamos serios. Señores gacetilleros, que por no saber, ni ser lo que hacéis creer que sois, publicáis estas chorradas que mas bien pertenecen a un período gore muy victoriano, que ya en desuso solo sirve para que Spielberg haga películas y gane dinero. Tontos, mas que tontos.

Y ahora van las muy reales informatizaciones, léase la verdad de la verdad. Empecemos con los incendios. Nada de dos incendios sino tres. En 1897 el Teatro se quemó pero devastando solamente el área del patio de butacas y la entrada y afortunadamente no hubo víctimas. En 1899 por un accidente con uno de los decorados y las velas de iluminación (candilejas), estando sin público, se prendió fuego en el escenario, el cual se extendió por casi la totalidad del coloso teatral. Por desgracia uno de los trabajadores técnicos que ya había salido por el incendio, volvió a entrar en busca de unas pertenencias, pues había cobrado sueldo en días anteriores, se asfixió en el foso de la orquesta. Y el tercer incendio ocurrió, aunque solo tuvo repercusión política, ya que los bomberos lo apagaron oportunamente y con gran eficacia, pero solo los políticos de turno que se aparecieron para hacerse la foto lo supieron publicitar. Y pasó en 1982 y puedo relatarlo porque estaba allí. Sucedió que el 26 de octubre de ese año se había representado un espectáculo de Coros y Danzas y en la zona superior llamada Paraíso o comúnmente gallinero, algún entusiasta festero habiéndose fumado un puro, no lo habría apagado bien, y durante la noche, de esos rescoldos prendieron poco a poco llamas que se manifestaron como humareda primero y fuego vivo después. Pero los dioses de la fortuna aquí si jugaron un importante papel, por que en la mañana siguiente, 27 de octubre, la Compañía Murciana “Julián Romea”, iba a realizar el montaje para la función de la noche, “Federico, una Historia Distinta” de mi autoría y que ya venía de su estreno tres días antes en el Teatro Prado de Sitges, con muy buena aceptación a pesar de su mediocre dirección teatral. Estando en el montaje de decorados, al mediodía , se descubrió la fogata en el piso superior y la alarma cundió tan rápidamente como los profesionales apaga-fuegos aparecieron y acabaron con el incidente. Está de mas decir que esta noticia se dio al publico como un accidente menor, pero de no haber estado allí el personal funcionando, un tercer incendio nada predictivo por el fraile de la leyenda, hubiera devastado el Teatro estando vacío. Esa noche, con un cartel del Paraíso “cerrado por reformas”, la obra se estrenó con buena crítica y la salvedad notoria de la pésima, mediocre y desabrida Dirección (para que históricamente conste). Y así ocurrió el tercer Incendio no contemplado en la fatua “maldición del monje”, con lo que nos abocamos al epígrafe de las “maldiciones”. El dominico maldecidor pues no se que se habría bebido ese día, o si en verdad es pura invención del cuento, pero hay que aclarar que si maldijo, el cielo no le escuchó y que su Convento Dominico muchas pesetas de las de entonces le sacó al Tesoro Público con eso de las expropiaciones y mas bla, bla, que bla, bla.

Cuando se construye el Teatro Romea se hace sobre terrenos expropiados a los frailes dominicos pero que por ello obtuvieron pingues beneficios como es costumbre clerical. Ese terreno era un solar que antiguamente había albergado un antiguo cementerio de ancestrales años y ya escombrado como eso, solar. No tenia valor catastral de la época. Una bicoca para los religiosos que a pesar de la simonía salieron ganando. Ahora bien, si un histérico fraile en vez de bendecir el negocio lanza una maldición estilo “las brujas de Salem”, pues si en verdad lo hizo, ya está mas que probado que su imprecación no llegó a los cielos. Vaya memez. Comedia de Muñoz Seca y ni eso.

Y ahora sigamos con los chistes: las butacas. El Teatro siempre las ha tenido en forma de sillería aterciopelada en rojo y maderamen teñido en oro y pintura marfil. Así se conoció siempre. Tras los incendios y tras la remodelación que yo mismo dirigí en 2007. ¿Qué una silla forrada de negro era la que nunca se ocuparía para que la maldición clerical no se cumpliera? ¿Qué hay que dejar en cada función una butaca sin vender? Ni en sueños. Cuando y mientras yo me hice cargo de la Dirección del Teatro, el aforo normalmente estaba completo. En la puerta el cartel de “No hay localidades” y para mas Inri y sarcasmos imprecatorios, muchas veces tuve que poner en los aleros de todos los pisos sillas extras amen las que muchísimas veces, por conciertos, tuve que instalar en el mismo escenario. Pero resuelta esta explicación añado: en algunos libros y otros artículos he leído que por los antros del Teatro pulula un fantasma, el del joven técnico muerto en el segundo incendio. Que arrastra cadenas, (de oro seguro que no, pues ya lo habrían asaltado para quitárselas.) Y gritos y ululares. Vamos, película de Clase B y de las malas. Pues mas risas. Yo jamás me encontré con semejantes apariciones y si algún fantasma pude detectar era la de sálvense los nombres de uno que otro político, que casquivanamente se me aparecía pidiendo que le diera un palco pues venia con la querida y no estaba para líos extra-matrimoniales. Mas claro el agua. Y esto es el todo del todo al respecto de semejantes leyendas que ni lo peor de Edgar Alan Poe. En repetidas ruedas de prensa tuve que aclarar esto mismo. Pero ya sabemos como anda esta tropa de periodistas de grandes curriculums, pues las neuronas no dan para mas.

Y me cansé de contarlo y de explicarlo. El que quiera seguir alimentando el bulo pues que lo haga, pero que sepa que un día la Historia misma del Teatro Romea se reirá a carcajadas de él y de ello. A que ha sido divertido el articulillo. Pues a disfrutarlo. Abajo el Telón.

Lorenzo Piriz-Carbonell