ESPACIO

Dejar la mente correr, pensar en el futuro, un futuro que que te permita viajar hasta esa inmensa luz nocturna, nuestra luna. Ese elemento inseparable de las noches terrestres y elemento fundamental de sueños liberadores.

MARÍA MUÑOZ

María Muñoz en Asociación la Tortuga de El Charco

11/26/20241 min read

ESPACIO

Estoy convencida de que el tiempo en la Luna pasa más despacio y es por eso que la vemos blanca, está cubierta por la escarcha de un invierno que llegó hace años y enraizó como lo hubiera hecho una primavera que no se atreve a florecer. A veces, eso me pone triste, porque a mí me encantan los veranos en la playa, pero quizá cuando termine de construir mi nave espacial resuenen los primeros aires cálidos. Entonces, enfocaré el telescopio desde la ventana de mi habitación y veré quebrarse, a millones de kilómetros, su gélido caparazón, será la señal para despegar.

Me pregunto si la languidez lunar no se pegará a mi piel como un lastre perenne, si la monotonía no me replegará como un punto en el inmenso océano espacial. Aquí, en la velocidad incesante de la superficie terrestre, a menudo creo que dejar tareas pendientes, que no completar mi lista con checks, no es producto de una mala organización o de un exceso de procrastinación, sino una cuestión de supervivencia.

Por las noches imagino lo que me gustaría llevar en mi cápsula espacial, metería el olor a carbonara, a jazmín y a tierra húmeda; el sol de las tardes de agosto colándose por la persiana y vistiendo de lunares la pared; el tacto áspero de las hojas de higuera, el calor de la chimenea, los últimos baños de octubre y las sobremesas que deberían ser eternas.

Cuando llegue el momento de cruzar la atmósfera sé que lo haremos tan rápido que nos confundirán con una estrella fugaz, dibujando un tímido trazo en la inmensa oscuridad, como el de una tiza que no se atreve a pintar, aquí durará apenas segundos, en la Luna toda una eternidad.

María Muñoz