LAS SEÑORITAS TORERAS
A veces la actualidad, lo que hoy conforma una sociedad, podemos pensar que es así desde siempre, y puede que si, pero también puede ser todo lo contrario. Viendo cómo funciona el mundo de los toros hoy, cuesta pensar que las mujeres hayan podido formar parte del mismo en otra época y además no muy lejana y también cuesta pensar que quizás hoy no las veamos anunciadas en los carteles de las plazas, no por incapacidad o desgana por su parte, si no por un simple motivo machista promovido por sus compañeros de profesión.
LORENZO PIRIZ-CARBONELL
Lorenzo Piriz-Carbonell en Asociación la Tortuga de El Charco
11/2/20255 min read


“Las Señoritas Toreras”
Tuve por padre una extraordinaria persona que me quiso y supo moldear un poco a su imagen y semejanza, a su manera. Para mi era entonces y siempre fue una especie de Hombre del Renacimiento. Economista, empresario, emprendedor, inversionista, cultivado en los tejemanejes y lides políticas de su momento y por ende muy culto. Poseía el don del equilibrio social y los entendimientos sociológicos y lo demostraba al dialogar o al discutir al mismo tiempo que no perdía ni una pizca de sensibilidad que realmente proyectaba en una emoción muy controlada y un razonamiento de las situaciones algo tautológicos. Era un judío listo pero además un hombre inteligente.
Yo fui su ultimo logro genético y a fuer de ello me convertí en un privilegiado juguete de su ser. Y nunca podré agradecérselo lo suficiente. De niño me enseñó a leer, escribir y a entender las tablas de la aritmética. Un día le pregunté eso de morirse que era. Me explicó en forma de cuento de hadas (Hans Cristian Andersen le ayudó en eso) que la muerte tenía el mismo sentido que la vida pues ambas eran propiedad intransferible de cada ser humano y por añadidura, de cualquier viviente de la Madre Naturaleza. De su mano conocí la música clásica, la opera, la danza, las coplas y las melismas hebreas a la par que me entronizaba en la admiración a la pintura, a las arquitecturas de los diversos tiempos, a una diversión de poetas llamada teatro, y de su comparación con los guiñoles y las risas fingidas. Y todo eso lo hizo a la desesperada pues tuvo que derrochar toneladas de paciencia para explicarme sus explicaciones (sin redundancia, faltaría más) pues yo era un “Niño ¿Por qué?” Y aclaro, un “Niño ¿Por qué?” es una maldición familiar cuando el infante que la padece lo pregunta todo y el por qué, de el por qué de todo. ¿Una galimatía? Para nada. Yo fui eso y creo que la maldición no se me ha quitado. Peor para los demás. Y prosigo diciendo que la paciencia “jobiana” de mi padre jamás se agotó aunque a veces , recuerdo, que cuando me ponía majadero de cuestiones, él guardaba silencio y con ello yo entendía que las conversaciones estaban terminadas. Y de la mano de mi padre, también de niño, conocí el mundo de los toros. A mí la tauromaquia nunca llegó a interesarme, pero si de ello aprendí a valorar a esos aguerridos saltimbanquis, vestidos con sedas y luces de lentejuelas que se jugaban su vida para divertir la vida de los demás. Estrafalario oficio español, tan tradicional como ancestral, heredero de las lúdicas maneras que romanos y helénicos ya habían descubierto y practicado con sus correspondientes mitologías, sembradas en nuestro suelo ibérico con la gracia de un adoquín romano o de una cepa de uva malvasía para crear un divino moscatel. Herencia española que con los tiempos hemos sabido sacarle réditos y pingues beneficios tanto artísticos como turísticos. Y resulta que en virtud de éste preámbulo yo, “Niño por qué” pidió a su padre que le explicara que si esta era una fiesta común, por qué no habían mujeres participante y solo hombres engalanados de teatrales luces y casquivanas sedas con aterciopelados bordados. Mi padre me respondió con cierto estoicismo que en la fiesta de toros en sus orígenes también las mujeres eran arte y parte de su creación, aunque modernamente el hombre se había quedado con el espectáculo a lo masculino y como entonces las mismas mujeres escogieron la mantilla a la muleta o el capote pues eso, otorgando por callar y asumir, los toros fueron características de los toreros y eso de ser torera quedó en una excentricidad. Y la pregunta que le había hecho a mi padre era: ¿Es que las mujeres no torean? Y mi padre con carcajada mal disimulada solo me respondió:” !Vaya si torean! Y ahora veamos la Corrida que luego en casa te lo explico mejor” Y en casa me lo explicó y de esos gajes esto aprendí y como así lo supe, ahora así lo cuento.
Las "señoritas toreras" se refiere a las mujeres que practican el toreo, una actividad que ha existido desde el siglo XV pero que enfrentó prohibiciones y discriminación a lo largo de la historia. A pesar de las dificultades, ha habido figuras destacadas en diferentes épocas, incluyendo cuadrillas de mujeres a finales del siglo XIX, y pioneras en los años 30 como Carmelita Fernández, otrosí también toreras contemporáneas, como Cristina Sánchez y la rejoneadora Conchita Cintrón. Los primeros indicios de mujeres en el toreo se remontan al siglo XV, con menciones de "señoritas toreras" en el siglo XVI y mujeres profesionales como Francisca García en el siglo XVIII. Las cuadrillas de mujeres toreras gozaron de gran popularidad a finales del siglo industrial. Sin embargo, en 1908 se prohibió el toreo femenino a pie en España mediante una real orden, argumentando razones morales y de protección de la maternidad. La prohibición se levantó en 1934, pero volvió a entrar en vigor tras la Guerra Civil, limitando a las mujeres al rejoneo. Se autorizó de nuevo en 1974, dando paso a una nueva generación de toreras en los años 80 y 90. Pero indagando en varios libros de Historia que tuve que adquirir para escribir mi función teatral del mismo título, añado como apunte algo mas periodístico que científico: A finales del siglo XIX, el toreo femenino goza de especial popularidad, especialmente en el contexto de las mojigangas, novilladas festivas de carácter carnavalesco. En esta época aparecen varias cuadrillas de mujeres. A principios del siglo XX, empieza a notarse una oposición social al toreo femenino profesional, especialmente al toreo a pie. Como contrapartida a la profesionalización de finales de siglo, las corridas con mujeres se ridiculizan y denigran. Algunos toreros se niegan a torear con mujeres o incluso en plazas donde han toreado mujeres. Por ejemplo, Rafael Guerra, “Guerrita”, se niega a torear en plazas donde lo hubiera hecho antes “La Guerrita”. Y aquí creo que se me acaba la historia sobre las existencias de féminas toreadoras y sus devaneos jurídicos y sociales. Hoy por hoy las Corridas de Toros peligran porque muchas feministas se oponen a este espectáculo. Pero supongo que este tufillo comunista es mas pataleta animalista que tomar en serio una profesión carnicera pero española. Yo opino que las tradiciones de nuestra Patria deben mantenerse, como los Desfiles Carnavalescos, las Procesiones de Semana Santa y los Villancicos Navideños. Que me guste o me deje de gustar es algo tan personal que jamás lo impondría o lo censuraría. Y concluyo con lo que mi padre tantas veces decía: “torear, las mujeres no lo hacen muy bien, pero le dan alegría y color a nuestras diversiones y de eso tenemos que solazarnos” Magnifico epitafio para una tradición española que ahora los idiotas de turno se empeñan en enterrar. Por lo demás, eso, a la feria y a olvidar las penas viviendo aunque sea de los recuerdos. !Y viva España!
Lorenzo Piriz-Carbonell
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