LOS AMERICANOS DEL NORTE
Desde el simbolismo de la fecha del 4 de julio, a la de la primera piedra de la Casa Blanca el 12 de octubre de 1792 puesta por un español.
JOSÉ ANTONIO PARRA TOMÁS
José Antonio Parra Tomás en Asociación la Tortuga de El Charco
11/24/20246 min read


El 4 de julio es un día de lo más patriótico para los americanos, porque ese día de 1776 se firmó el acta que hacía libres a las trece colonias que dieron origen a la confederación norteamericana. Inglaterra se quedó entonces sin sus colonias occidentales más preciadas.
Casi dos siglos antes, los ingleses comenzaron a ocupar América para evitar que los españoles nos la quedaremos entera, así es que se instalaron al norte, en la costa este. Virginia fue la primera colonia que fundaron, bautizada así en honor de Isabel I, la reina virgen... Bueno, que decían que era virgen. Luego vinieron otras doce: Nueva York, Pensilvania, las dos Carolinas...
Llegó un momento que Inglaterra subió bastante los impuestos a aquellos colonos, y a estos no les sentó bien que les tocaran el bolsillo. La cosa se fue complicando, porque además las colonias tenían que mantener al ejército inglés destinado en ellas. Pero la gota que colmo el vaso fue cuando les subieron el precio del té que recibían de Inglaterra. Se produjo un motín en Boston y las colonias se pusieron de acuerdo para iniciar la revolución e independizarse. Se hicieron fuertes, siguieron las luchas, surgieron grandes políticos, se creó un Congreso, hasta que ese 4 de julio celebraron la independencia. Aunque una cosa es firmar, el acta de independencia en un papel y otra cosa es defenderla en el campo de batalla.
Después aprobaron, en noviembre de 1777, tras varios meses de debate, los llamados Artículos de la Confederación, que son considerados uno de los cuatro documentos fundacionales de la nación norteamericana. Este documento fue reemplazado por la Constitución que entró en vigor en 1789. La Constitución salió adelante, muy progre y muy ilustrada. Declaró que todos los hombres eran iguales, libres y con derecho a buscar la felicidad. Todos menos Los negros, evidentemente.
Desde que entró en vigor, la Constitución ha sido enmendada 27 veces, y es muy probable que se le realicen más modificaciones en el futuro. En los diez primeros años desde su aprobación se le realizaron diez enmiendas conocidas como la Carta de Derechos (Todos habréis visto en las escenas de juicios de las películas americanas, cuando hablan de acogerse a la "x" enmienda. Por ¡ ejemplo, la decimoctava enmienda, de 1917, prohibía la venta de bebidas alcohólicos (la Ley Seca), y luego fue derogada por la vigesimoprimera enmienda, en 1933). La Constitución americana aún se encuentra en vigor, lo que hace de ella la Carta Magna escrita de mayor antigüedad que se encuentra todavía vigente en el mundo.
También un día importante para la historia americana fue cuando se puso la primera piedra de la que sería la casa presidencial (Casa Blanca). ¡Y lo que son las cosas! Fue un español el que tuvo ese honor. Se llamaba Pedro Casanave, y era un hombre de negocios que consiguió situarse, gracias a un tío suyo, entre las esferas más influyentes de la recién constituida nación Norteamericana.
Peter Casanave, como posteriormente fue conocido, llegó a ser nombrado alcalde de Georgetown (actual Washington DC) y entre los muchos méritos que logró dentro de la sociedad de la nueva capital de los Estados Unidos, fue ser la persona que colocó la primera piedra de la casa presidencial. Así fue llamada la residencia del presidente por aquel entonces, antes de ser conocida Como La Casa Blanca.
La fecha que se escogió fue la del 12 de octubre de 1792, en la que se Conmemoraba el 300 aniversario del descubrimiento del continente americano por parte de Cristóbal Colón. Tras una reunión realizada en la taberna "El Posada de la Fuente", popular lugar donde se reunían y hacían vida social los más ilustres e insignes personajes de la nueva capital norteamericana, todos los presentes en la misma se dirigieron hasta el solar que había sido destinado para levantar la nueva residencia presidencial. Bajo esa primera piedra colocada por Peter Casanave se puso una placa de bronce en la que se podía mirada de soslayo: "Esta primera piedra de la Casa Presidencial se colocó el día 12 de octubre 1792, y en el 17º año de la Independencia de los Estados Unidos de América".
El encargo de los planos había recaído en un joven arquitecto de origen irlandés llamado James Hoban, quien obtuvo tal mérito tras ganar un concurso llevado a cabo dos años antes y en el que presentó un proyecto de mansión inspirado en el Casa Leinster de Dublín, actual sede del Parlamento irlandés. Hoy, en lo único que se parece la Casa Blanca a la que se proyectó hace 232 años, es el blanco de su fachada. Cada vez que llega un presidente, se empeña en hacer obras nuevas y su santa esposa en redecorarla. Teodoro Roosevelt añadió la famosa ala oeste para trasladar allí a los empleados, porque no había sitio para colocar a sus cinco hijos. Y también se hizo un despacho rectangular, pero luego vino el presidente William Taft y dijo que no le gustaba, y que se lo hicieran ovalado. Después Franklin Delano Roosevelt se hizo una piscina, y Nixon construyó encima la sala de prensa.
La señora Monroe le dio por la estética francesa; Otras primeras damas compraron vajillas, cambiaron cortinas, hicieron baños... hasta que llegó la estilosa Jackie Kennedy y le dio la vuelta a la decoración de la Casa Blanca. Y todas han ido dejando su toque personal y poniendo a parir a la anterior por su mal gusto, sobre todo si era del partido contrario. Laura Busch, por ejemplo, puso a parir a Hillary Clinton, sin tener en cuenta que la señora Clinton estuvo más ocupada en espantar jóvenes becarias que en colocar jarrones. Sobre una de las chimeneas de la mansión está escrito el deseo de John Adams, el primer presidente que habitó la Casa Blanca: "Que solo hombres honestos y sabios gobiernen siempre debajo de este techo". Nixon no entraba entre los honestos y alguno posterior, tampoco entre los sabios.
Bueno. Ya los tenemos independientes de Inglaterra y con casa presidencial. Ahora hace falta elegir al presidente. Estados Unidos celebró sus primeras elecciones presidenciales entre el 15 de diciembre de 1788 y el 10 de enero de 1789, de las que resultaría vencedor George Washington. A partir de ese momento, la fecha de los comicios fue variando hasta que en 1845 se estableció una norma que ha llegado hasta nuestros días: la cita con las urnas habría de tener lugar el primer martes después del primer lunes de noviembre de los años bisiestos. El país se desmarcaría así de la mayor parte de las naciones avanzadas, donde el día más común para que los electores acudan a votar es el domingo. Una nueva excepción americana cuyas raíces hay que buscar en la agricultura y en la religión.
En pleno siglo XIX, Estados Unidos seguía siendo un país predominantemente agrario. La recolección de las cosechas marcaba los tiempos por los que se regían la mayor parte de sus habitantes. Noviembre, cuando esta actividad había sido llevada a cabo y los campos aún no estaban tan anegados por la lluvia como para impedir los desplazamientos ni los caminos bloqueados por la nieve, era el mes más propicio para que los ciudadanos ejerciesen sus derechos electorales.
La decisión de establecer los comicios un martes estuvo motivada igualmente por la estructura demográfica del país, pero también por sus prácticas religiosas. Con muchísimos núcleos rurales dispersos por los vastos territorios de la nación, era común que los electores se viesen obligados a desplazarse a localidades más pobladas para poder votar. Muchas veces debían partir el día anterior para acudir a la cita. Y es ahí donde irrumpe el factor religioso. País devoto como pocos, no veía razonable celebrar las elecciones un lunes, ya que ello obligaría a muchas personas a iniciar su viaje el domingo, impidiéndoles asistir al culto religioso.
Ahora bien, ¿por qué no celebrar los cómics entonces el primer martes de noviembre? La razón, otra vez más, hay que buscarla en la religión. El 1 de noviembre es la festividad de Todos los Santos y en caso de que cayese en martes, entraría en conflicto con la tradición de los católicos de acudir a misa esa jornada. A ello se añade un motivo más profano: la costumbre de muchos comerciantes de hacer el balance de sus cuentas del mes anterior el primer día del mes en curso. Se pretendía evitar así que una mala evolución del negocio influyese en sus decisiones. Desde entonces, la sagrada tradición se mantiene vigente.
José Antonio Parra Tomás
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