LOS CAMINOS DE LA LENGUA

El castellano, esa lengua romance con origen en el latín y con sus primeros registros en los Monasterios de San Millán, Rioja, y que gracias al descubrimiento del Nuevo Mundo y a la importancia del Impero Español, se ha convertido en la segunda lengua más hablada en el mundo, después del chino.

JOSÉ ANTONIO PARRA TOMÁS

José Antonio Parra en Asociación la Tortuga de El Charco.

4/20/20256 min read

El próximo miércoles, 23 de abril, es el Día del Libro y Día de la Lengua Española, porque en este día del año 1616 fallecía D. Miguel de Cervantes y Saavedra, autor de Don Quijote de la Mancha, La Galatea y Novelas ejemplares, icono universal como símbolo de la Lengua Española.

Ese mismo día y año, 23 de abril de 1616, pero según el calendario Juliano, murió William Shakespeare en Inglaterra y el Inca Garcilaso de la Vega en Córdoba, considerado el primer mestizo biológico y espiritual de América.

La Lengua Española continúa su imparable ascenso en el mundo y, según un estudio realizado por el Instituto Cervantes, es hablada y/o estudiada por unos 650 millones de personas en todo el planeta. Según el citado informe, la lengua de Cervantes va solo detrás del chino mandarín y, por primera vez, por delante del inglés, alcanzando así el rango de segunda lengua en el mundo.

Pero, ¿cómo y dónde nace la Lengua Española?

Remontando el río Najerilla, en las estribaciones de la sierra de la Demanda, encontramos San Millán de la Cogolla, el principal foco cultural de la Rioja. En esa pequeña localidad hay dos monasterios: San Millán de Suso, el de arriba, el más antiguo, y San Millán de Yuso, el de abajo, más reciente. Ambos monasterios, situados en los orígenes de la lengua y la cultura españolas, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1997 por razones históricas, artísticas, religiosas, lingüísticas y literarias.

El Monasterio de San Millán de Suso (Suso, del latín sursum, significa "arriba". Por ejemplo, "sursum corda", arriba los corazones, o "susodicho", que significa lo dicho arriba), surgió de las cuevas que habitaron los eremitas discípulos de san Millán, allá por el siglo VI, alrededor de la cueva donde reposaban sus restos.

Tras la llegada de los visigodos a la península ibérica, se retiró a este lugar, apartado y recóndito, el anacoreta Millán Emiliano, hijo de un pastor y natural de Vergegium, actual Berceo. Aquí vivió como ermitaño y asceta en una pequeña celda, excavada en la roca, donde murió en el año 574, a los 101 años, y enterrado en una tumba, también excavada en la roca. Alrededor de ella se fue formando el primer monasterio, el de San Millán de Suso, a finales del siglo VI. Las ampliaciones que se sucedieron hasta el siglo XII, convirtieron aquellas cuevas en cenobio y en monasterio. Si se visita, se puede observar perfectamente los diferentes estilos arquitectónicos que se fueron superponiendo entre los siglos VI y XI: visigótico, mozárabe y románico.

Tras la batalla de Simancas, en el año 939 contra los musulmanes, en la que san Millán aparece en defensa de los cristianos, es nombrado patrón de Castilla. Expulsados los musulmanes de aquellas tierras, con la toma de Calahorra, el monasterio de San Millán de Suso contó con la protección de los reyes de Navarra.

En el año 959 es consagrada la iglesia de Suso, con la seguridad suficiente para reemprender la tarea del scriptorium, iniciado muy pronto por los monjes. Obras de esta primera época son el himno “O magne rerum”, y la vida de san Millán, documentos copiados con esmero a lo largo de los siglos en diversos códices.

La vida de san Millán fue escrita en latín hacia el año 635 por el obispo de Zaragoza, san Braulio, siendo Gonzalo de Berceo (siglos más tarde), que vivió en este monasterio, quien tradujo esta biografía del latín a lengua vulgar o romance.

El monasterio de San Millán de Yuso, el de abajo, fue mandado construir en el año 1053 por el rey García Sánchez III de Navarra, llamado el de Nájera. La historia de su fundación va unida a una leyenda basada en un milagro de san Millán. El rey, gran devoto de san Millán, acababa de fundar el gran monasterio de Santa María la Real de Nájera, ciudad Corte del reino de Navarra, que fue panteón de los reyes del reino de Nájera-Pamplona, antecesor del reino de Navarra, y quiso llevarse allí los restos mortales del santo, enterrados en el monasterio de San Millán de Suso. El 29 de mayo de 1053 colocaron los restos del santo en una carreta tirada por bueyes y emprendieron el viaje, con gran descontento de los monjes desolados por la pérdida de su patrono.

Al llegar al valle, cerca del río, los bueyes se detuvieron y ya no quisieron volver a andar. El rey y toda la comitiva comprendieron que aquello era un milagro de san Millán, que imponía su voluntad de no pasar de allí y ser enterrado de nuevo en aquellos lugares. El rey García mandó construir allí el nuevo monasterio, al que se llamó Yuso, el de abajo, en contraposición con el de arriba, Suso. Primero fue un monasterio románico, sobre el que se construyó en los siglos XVI y XVIII el actual monasterio por los abades benedictinos. Uno de los abades más importantes fue Domingo, más conocido como santo Domingo de Silos.

Hasta el año 1100 coexistieron los dos monasterios, el de arriba, Suso, y el de abajo, Yuso, con sus respectivas comunidades. El primero permaneció fiel a la tradición: regla mozárabe y comunidad doble, masculina y femenina; el segundo abraza la Regla de san Benito: “Ora et labora”. A partir del siglo XII solo hay una comunidad de monjes, la benedictina, con una casa principal, que es el monasterio de abajo o Yuso. Son años de máximo esplendor espiritual, religioso, artístico y cultural. El escritorio emilianense desarrolla una rica e intensa actividad en la producción de valiosos códices.

Los monjes benedictinos permanecieron en este monasterio hasta la desamortización de Mendizabal, en 1835, habiendo sufrido anteriormente el expolio del monasterio por parte de las tropas napoleónicas. Actualmente, desde 1878, está habitado y gestionado por los frailes agustinos recoletos, que mantienen vivo el espíritu del monasterio.

La sobresaliente importancia de los monasterios de san Millán de la Cogolla es que allí se escribieron las primeras frases que se han encontrado en la lengua romance que hoy conocemos como castellano o español. Allí, en el siglo XI, alrededor del año 1040, alguien que, como estudiante o predicador, encontraba dificultades de comprensión de algunas expresiones del texto latino que estaba leyendo, hizo lo que siempre ha sido costumbre: anotar al lado de la expresión que le resultaba oscura otra que la tradujera, que la hiciera comprensible. El latín era la lengua culta en la que se escribía, pero el pueblo hablaba el latín vulgar, un latín "degenerado", que luego será el castellano.

El texto o códice que leía es el que se conoce como “Aemilianenses 60”, y las anotaciones o aclaraciones que escribía al lado son las denominadas “Glosas Emilianenses”, la más antigua aparición escrita de romance castellano.

Si el primer texto escrito del castellano se produjo entre los muros de san Millán, la misma lengua adquiere la condición de idioma poético en el mismo lugar, pues el primer poeta conocido en lengua castellana, surge en el mismo monasterio de san Millán de la Cogolla: Gonzalo de Berceo, uno de los máximos representantes del “mester de clerecía”, que era la literatura medieval que componían los clérigos.

Gonzalo de Berceo recibe su primera educación en el monasterio de Suso. Tras su formación universitaria en Palencia, vuelve como clérigo al monasterio de san Millán y allí escribe, sobre el 1230, su primera obra "Vida de san Millán". Seis años más tarde escribe "Vida de Santo Domingo de Silos". Después, otras obras, entre las que destaca “Milagros de Nuestra Señora”, y “Loores de Nuestra Señora”.

El número de códices ilustrados y, sobre todo, la calidad de las miniaturas de alguno de ellos, como los Beatos, el Conciliar o la Exposición de los salmos evidencian la presencia en San Millán de la Cogolla de un escritorio importantísimo, tanto para la cultura como para el arte de la miniatura altomedieval.

La importancia de este escritorio es capital. Hoy en día se conservan unos treinta manuscritos del siglo X, aunque la mayor parte de ellos se encuentran en la Real Academia de la Historia de Madrid. Han sido casi mil quinientos años de vida monástica muy importantes para el conocimiento de los orígenes de la lengua y literatura castellanas.

El castelllano, denominado también como español, es una lengua romance originada en Castilla, y que se consolidó con la unión de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos, y se expandió por todo el mundo a partir de la llegada de Cristóbal Colón a América en el año 1492. Fue decisiva también la publicación de la primera gramática de la Lengua Española por Antonio de Nebrija precisamente el mismo año, 1492, en que Colón pisaba América.

José Antonio Parra Tomás