LOS OTROS JUDIOS
Cuando hablamos de judíos, en muchos casos no somos conscientes de la variedad de grupos existentes y de las diferencias entre los mismos, al igual que a veces no somos conscientes de que los judíos hoy residentes en Israel son mayoritariamente originarios de países del entorno, en los que han vivido desde su salida de Judea en el Siglo I, tras los sucesivos conflictos con el Imperio Romano. Son judíos de origen iraquí, sirio, turco, egipcio, etc. Que han acabado refugiados en Israel por las continuas persecuciones llevadas a cabo por los diferentes imperios y religiones ocupantes de esos territorios desde el momento de su asentamiento hace ya casi dos mil años.
LORENZO PIRIZ-CARBONELL
Lorenzo Piriz-Carbonell en Asociación la Tortuga de El Charco
10/28/20256 min read


“Los otros Judíos”
Israel se ha puesto de moda para odiadores practicantes acérrimos del mismo odio hacia el judío y lo judío, pero esta vez en la modalidad “on line” y por supuesto “woke”, protagonizados por flotilleros, estalinistas y por supuesto españoles graduados en incultura e ignorancia supina en las universidades del “leer para qué y saber aun para menos”. Por ello este artículo va encaminado a que al menos por una vez en la vida estos ignorantes de pacotilla, no españoles de a pie sino burros por vocación y lavados cerebrales izquierdosos, aprendan un algo y un mucho de la historia de Israel que es un gran país, de Estado casi reciente pero de raigambre geopolíticamente nacional. Para odiar tanto a Israel hay que conocerlo y para conocerlo habríamos de ahondar en su Historia desde siglos y siglos atrás.
Y a narrar comienzo para que nadie se aburra. Los ecos de Bagdad, Alepo, El Cairo y Teherán resonaron con los cantos hebreos de comunidades que hoy casi han desaparecido. Eran los judíos del Este, los hijos del desierto y de los ríos antiguos, guardianes de una herencia milenaria que nació entre Babilonia y Jerusalén. Sin embargo su historia ha sido poco contada, eclipsada por la de sus hermanos europeos, los Askenazies y los Sefardíes expulsados de España. Me refiero a los Mizrahies, literalmente “los Orientales” que representan una rama esencial del judaísmo testigo del dialogo y del conflicto entre dos mundos: el árabe y el judío. ¿Pero como lograron sobrevivir en tierras que cambiaron de imperio, religión y fronteras? ¿Qué quedó de los judíos del Yemen, de Irak, de Egipto, de Siria y de Marruecos? En el corazón del Medio Oriente donde nacieron tanto el monoteísmo como eso de las “guerras por la fe”, su historia es la del exilio sin partida y del regreso sin hogar. El término “Mizrahí” proviene del hebreo “Mizrah” que significa Oriente. Con el tiempo se utilizó para describir a los judíos originarios del Medio Oriente y del Norte de África, desde Marruecos y Yemen hasta Irak e Irán. No constituyeron una única etnia sino un mosaico de Comunidades que compartieron una misma fe, pero vivieron bajo culturas árabes, persas, kurdas y turcas. Su identidad es tan diversa como las tierras que habitaron: desde los montes del Kurdistán hasta las orillas del Nilo. Durante siglos coexistieron con musulmanes y cristianos hablando árabe, persa o ladino oriental. Fueron comerciantes, médicos, poetas y rabinos, transmitiendo sus costumbres a través de la música, la lengua y la liturgia. En el Israel moderno el vocablo “Mizrahí” se consolidó para agrupar a los judíos provenientes de esos países diferenciándolos de los Askenazies de Europa y de los Sefardíes hispano-portugueses. Entenderlos es comprender una parte esencial del alma oriental del judaísmo. Los judíos de Babilonia, Siria, Persia no fueron meros supervivientes de las conquistas romanas que les obligaron a ser nómadas sociales siendo en ello constructores de una tradición que se mantuvo viva en la memoria de Sion en pleno corazón del Oriente. Así las cosas, cuando el Islam surge en el Siglo VII, estos judíos también entraron en franca convivencia con los ya entonces fanáticos musulmanes. Durante los Califatos de los Siglos IX y X establecieron en Bagdad centros intelectuales, también en Persia y Marruecos, participando en la vida económica y cultural del mundo islámico, quienes les otorgaron previo pagos de impuestos, la libertad de ejercer su culto judaico tan particular. Y eso trajo una especie de Edad de Oro Mizrahí, donde los judíos destacaron como traductores, astrónomos, filósofos y médicos. Allí se desarrolló la gramática hebrea y se embrionó el pensamiento racionalista judío convirtiendo sus Academias en faros de sabiduría, desparramada con genialidad por todo el mundo oriental. Los Mizrahies demostraron poder dialogar con los musulmanes sobre la fe, la cultura y la ciencia, aunando sus sapiencias hebreas con la de los árabes. Mas tarde tuvieron que integrarse con los sistemas de los Imperios Otomanos y así durante los siguientes siglos, hasta que los vientos de la modernidad alcanzaron a estas Comunidades Judías vía corrientes Europeas que comenzaron a impulsar reformas educativas y comerciales, dando por resultado que en París se formara la llamada Alianza Universal Israelí, por la cual se abrieron escuelas en muchos lugares donde los hebreos convivían enseñándoles tanto francés como ciencias modernas. Pero surgieron tensiones que mantenían el equilibrio entre la fe y la conveniencia. Lo de siempre: el veneno de lo fundamentalista. Se allegaron grandes cambios que afectaron el judaísmo ya entrando en el Siglo XX. El auge del nacionalismo árabe, el colapso de los imperios coloniales y la creación del Estado de Israel en 1948 transformaron su destino. Y así los judíos comenzaron a ser tenidos como enemigos internos o cómplices del sionismo que no era, ni fue, ni será, pero que a los políticos ignorantes de la época y me parece que los de ahora les daba lo mismo, que lo mismo les daba. Y fue entonces cuando los judíos que habitaban en los mundos árabes acabaron siendo expulsados y obligados a refugiarse en el recién creado Estado de Israel dejando atrás sus hogares, tradiciones y fortunas, casas y sinagogas, recuerdos y vivencias, solo dejando cementerios para que sus muertos fueran para siempre testigos de aquellos desmanes. Los Mizrahies buscaron asilo pero esta vez en su propia tierra, Israel y aunque árabes, judíos eran. El Estado de Israel no estaba preparado para albergar a esos “0tros Judíos” que venían con sus propias tradiciones antiguas pero tan hebreas como las implantadas por Abraham. Y sucedió que a los allegados Mizrahies se les presionó para que abandonaran sus practicas culturales, el lenguaje árabe y demás costumbres que estos consigo traían. El nuevo Estado Israelí exaltaba la modernidad occidental y obligaba a los orientales a asumirlas o ser relegados a la marginalidad social. Líos de familia, pero que al final acaban entendiéndose. Y fue así como pese a desavenencias y discusiones ellos “los otros judíos” se integraron de manera que comenzaron a influir transformando la música, la poesía, a la par que recordar ciertas costumbres olvidadas que en resumen, contribuyeron a rescatar la identidad del país anfitrión ,sin saberlo o quizá sabiéndolo, ya que habían sembrado las semillas de una verdadera revolución cultural dentro de Israel. Aun así “los otros judíos” se sintieron un pelín discriminados y cansados de estas matracas populacheras, las comunes de las convivencias con los primos lejanos, estos se rebelaron, gritaron, y se impusieron algo menos que más, pero empezaron a conquistar medios de prensa, radio, televisión, formas de poesía y teatro, dramaturgias que luego fueron aceptadas por ese nuevo Israel que se desparramó por toda Europa como ejemplo de Estado Avanzado y amante del progreso. Estos Mizrahies acabaron occidentalizados a su manera. Se integraron en política y sociología. Entonces el Estado de Israel se transformo en un verdadero Estado, democrático, científico, integral, culto y probó ser Nación, Pueblo, País y sobre todo, Historia Viva de la Humanidad. Y hoy por hoy la mitad de la población judía de Israel es Mizrahí para que se vayan enterando los sabelotodo españolitos concubinos de Lenin ignotos y nada inocentes acerca de las raíces verdaderas de este Israel que tanto odian, pero crisol de hebreos, árabes, persas yemeníes, marroquíes y hasta algún que otro iraquí, todos semitas, todos judíos, todos juntos en unión como hacen los pueblos que aunque con dificultades saben aunar cultura, fe y ciencia para conformar un Estado Nación ya indiscutible. Con esta historia solo he querido contar la Historia de unos nómadas tan judíos como los de ahora “otros Judíos” que llegaron a fundar convivencia, política, ciencia, religión y progreso en paz. Los que hoy odian Israel desconocen que muchas veces Israel les ha salvado la vida con sus descubrimientos farmacéuticos, les ha ayudado a implementar los medios de comunicación con sus avances en internet, wifi y hasta los prolegómenos de lo que ahora se conoce como USB. Y tantas cosas más que para que contar. Pero odiosos de occidente, Israel está hoy conteniendo la marea de lacra destructora que invadiendo como está Europa, acabará con nuestra idiosincrasia. Quizá un día Israel tenga que irse a romper sus camisas luchando contra una Europa islamizada. Aviso a navegantes. Se puede evitar. Menos Odio y mas Saber. ¿Despertaremos para arreglar este despropósito? La Historia del mas allá lo narrará. Contento estoy por verlo...aunque para mi sí que es demasiado tarde. Si en la eternidad hay prensa libre entonces lo leeré y mira tu por donde , a lo mejor hasta me alegro de haberlo advertido. Y para que conste…!Shalom!
Lorenzo Piriz-Carbonell
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