LOTERÍA

Cuando hablamos de lotería hablamos de Navidad, ambas cosas están íntimamente ligadas. No se nos ocurre la una sin la otra. La Navidad es un momento muy especial a compartir con la familia, a celebrar y no hay nada que ayude más a una buena celebración cuando todo está bien, que un buen pellizco de dinero caído del cielo y nunca mejor dicho.

JOSÉ ANTONIO PARRA TOMÁS

José Antonio Parra en Asociación la Tortuga de El Charco

12/13/20258 min read

LOTERÍA

Antes, en la época de mi niñez, la Navidad no empezaba hasta que salía el gordo de la lotería. El chupinazo de las fiestas navideñas era el sorteo extraordinario de la Lotería de Navidad; esa melodía que siempre resuena en vísperas de Navidad, con los niños cantando los números y los premios. Pero, los grandes almacenes, comercios, ayuntamientos, etc., se han empeñado en que la Navidad empiece en noviembre. Pues, yo pienso que no, la Navidad empieza con la lotería y la lotería empezó hace muchos años.

Cuando Carlos III accedió al trono de España en 1759, llevaba ya 25 años siendo rey de Nápoles y Sicilia. Carlos era el tercer hijo varón de Felipe V (el primer rey Borbón de España), y el primero que tuvo con su segunda esposa, Isabel de Farnesio, por lo que fueron sus medio-hermanos Luis I y Fernando VI, quienes sucedieron a su padre en el trono. La muerte sin descendencia de éstos, llevaría a Carlos a dejar el reino de Nápoles, y venir a ocupar el trono español.

Y precisamente en esa zona de Italia donde Carlos reinaba, venía funcionando con gran éxito un juego de lotería llamado "la beneficiata". Fue por ello que, al venir Carlos a España como rey, y a instancias de su ministro de Hacienda, el italiano marqués de Esquilache, fue instaurado dicho juego en nuestro país. Era la lotería de números o lotería primitiva. Corría el año 1763.

En la misma Real Cédula de 1763, por la que se instituía la “Real Lotería”, se prohibía en España, entre otros, los juegos de naipes que fueran de suerte y azar. Además, al ser monopolio real, los fondos recaudados servían para engrosar el Real Erario. Sin embargo, la prohibición no tuvo el resultado previsto, y en 1771 se tuvo que promulgar una Pragmática Sanción, por la que se prohibían tajantemente los juegos de envite, suerte y azar, persiguiendo a todos aquellos que los practicasen, aunque fuese a nivel particular; en cambio, se alentaba al púbico a que jugara a la Lotería. Y para evitar la oposición de la Iglesia por el juego, se añadía que la lotería era para "beneficio de los hospitales y otras obras pías”.

La aprobación del juego de la lotería no fue una operación sencilla. Carlos III hizo venir de Nápoles al experimentado director de la lotto napolitana, para poner en marcha la lotería española. También llegaron de Italia muchos "posteros", es decir, los dueños de los puestos en los que se vendían los billetes de lotería, y que estaban sometidos a una estricta reglamentación, a fin de prevenir fraudes.

Fue durante la Guerra de la Independencia, cuando las arcas españolas se quedaron temblando (¡¡aquello si era una crisis!!), cuando hubo que inventarse instrumentos modernos para mejorar la Hacienda pública, con dinero de los ciudadanos, sin subir impuestos directos y sin que los ciudadanos se dieran cuenta.

El 23 de noviembre de 1811, las Cortes de Cádiz aprobaron, sin un voto en contra, la institución de una lotería llamada nacional. Esa lotería, cuyo reglamento se publicó el 25 de diciembre de 1811, fue denominada por el pueblo "lotería moderna" para diferenciarla de la otra lotería de números o lotería primitiva. Lo que sucedía fue que, en ese momento, solo podían jugarla en Cádiz y San Fernando, únicas ciudades libres del dominio napoleónico.

La venta de lotería se fue extendiendo, sin prisa, pero sin pausa, a medida que los franceses iban abandonando territorio español. De Cádiz pasó a Ceuta, luego a toda Andalucía y después al resto de España. El primer premio del primer sorteo, celebrado en Cádiz el 4 de marzo de 1812, quince días antes de que se proclamara la primera Constitución española (la Pepa), lo ganó un gaditano que compró un cuarto de billete por diez reales, y se llevó ocho mil pesos fuertes. No tengo ni idea, ni lo voy a investigar, de la equivalencia en euros, pero el caso es que el agraciado debió quedar apañado. En esa primera época de la lotería, los billetes se fraccionaban en cuartos, en lugar de en décimos, cada uno de los cuales tenía un importe de diez reales.

Pocos años después, en 1818, se organiza un sorteo especial coincidiendo con la Navidad. Puede considerarse como el origen del sorteo extraordinario de Navidad. Aunque no sería hasta 1839, cuando el popular sorteo navideño comienza a celebrarse regularmente. El nombre de lotería de Navidad, aparece impreso por primera vez en los billetes en 1892, y se hace oficial en 1897. Desde entonces la fecha del sorteo se estabiliza en torno al 22 de diciembre, convirtiéndose en un preludio festivo de las Navidades. En la década de 1880 apareció otro de los sorteos emblemáticos: el sorteo de El Niño, y para entonces, la lotería era un juego al que casi nadie se sustraía.

Un año antes se abrió en Murcia la primera administración, que estaba regentada por mujeres. Desde entonces, no solo los municipios murcianos se han sumado a la “fiebre lotera”, abriendo 253 administraciones y puntos de venta mixtos por la geografía regional, también las nuevas tecnologías se han incorporado al sorteo extraordinario de Navidad, empezando por la televisión, en 1957, con el primer sorteo televisado, hasta internet e incluso los móviles con aplicaciones, que permiten compartir una participación de un décimo en cualquier parte del mundo. Pero, frente a tanta revolución tecnológica, hay una figura que aguanta impasible el envite del tiempo en las 10.463 administraciones que hay en España: el lotero.

Otra figura importante de la lotería de Navidad es la de los “niños de San Idelfonso”. El Colegio de San Ildefonso es la institución más antigua de Madrid dedicada a la infancia, que inicialmente recibía el nombre de Colegio de los Niños de la Doctrina. Fue creado por el Ayuntamiento de Madrid en el Siglo XV, y tenía la función social de acoger, en régimen de internado, a niños huérfanos y abandonados, y ofrecerles una formación, que incluía disciplinas tan variopintas como el solfeo y la esgrima.

En los años 60 del siglo XX se empezó a admitir alumnos externos, y en 1981 se admitieron las primeras niñas. En 1999 se empezó a admitir alumnos que no fueran huérfanos, y actualmente los alumnos son niños regulares de Madrid.

La costumbre de que estos escolares canten los números de la lotería tiene más de dos siglos. Fue en marzo de 1771, la primera vez que un alumno de siete años del colegio, sacó y cantó el premio. Desde entonces, año tras año, los alumnos primero, y desde 1984 también las alumnas, han colaborado y formado parte de la historia de nuestra lotería. Para actuar en el sorteo, se selecciona a los escolares que tienen buen timbre de voz y pronunciación clara, a los que se ejercita para la fácil y rápida lectura de los números.

En 1935, las ventas de lotería suponían un 1,1% del Producto Interior Bruto español, lo que equivalía a un 3% de los ingresos totales del Estado, una cantidad nada despreciable. Los españoles, por eso, no hemos dejado de jugar ni un solo año, ni siquiera durante la Guerra Civil; lo que ocurrió es que cada bando hacia su propio sorteo, en Sevilla y Valencia, y tocaban dos gordos. ¡Malos tiempos, por mucho gordo que hubiera!

En los últimos años, con o sin crisis, los españoles seguimos gastando más de 3.500 millones de euros en lotería de Navidad, y luego nos pondremos tan contentos cuando nos toque, que ya es tocar, un par de terminaciones (pedreas).

Aunque el hecho de que nos toque la lotería de Navidad, sea algo que dependa plenamente del azar, las costumbres y creencias pueden servir a muchos para sentir la suerte más cerca. Desde que se hiciera efectivo el sorteo en 1812, son muchas las costumbres y ritos que se han ido estableciendo y, que actualmente, forman parte de la cultura popular navideña. Una de las más llamativas es la de intercambiar lotería con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Sin embargo, hay quien cree que la lotería no debe regalarse, "porque entonces no toca".

Frotar el décimo por el vientre de una embarazada, por la cabeza de un calvo, la espalda de un jorobado o el lomo de un gato, son solo algunas de las supersticiones que se remontan muchos años en el tiempo y que aún siguen vigentes entre muchos jugadores de lotería de Navidad, que con este tipo de trucos pretenden aumentar sus probabilidades en el sorteo.

También existen otras tradiciones, como colgar el boleto de una herradura o colocar el boleto cerca de una virgen o de una figura de algún santo que se tenga en casa. Llevar una moneda de oro, o bien un alfiler en la chaqueta durante los días claves, o guardarse una llave de hierro para atraer a la buena suerte durante el momento del sorteo. Una rama de perejil, una vela amarilla, monedas, una cinta blanca o azul o una maceta, son todos ellos sinónimos de buena ventura para algunos.

Cada vez nos animamos más a comprar los décimos de lotería de Navidad a través de Internet; se acabó lo de aguantar colas de horas y horas en las administraciones, ahora lo que se lleva es el décimo digital. Aunque somos muy tradicionales, es cierto que las nuevas tecnologías están influenciando hasta nuestras costumbres más arraigadas.

A pesar de que en la administración de doña Manolita, en la calle del Carmen de Madrid, sigue habiendo colas de más de cinco horas para hacerse con uno de sus décimos, a través de Internet también podemos conseguir uno de estos preciados números. Además, lo que no falla es esa costumbre de comprar cualquier número a última hora y ahí es donde Internet entra en acción. Según dicen, en los tres o cuatro últimos días del sorteo, la venta por internet se incrementa de forma exponencial.

Cuando se creó la lotería por Carlos III, los billetes de lotería no eran “billetes” en sentido moderno, sino documentos manuscritos o semiimpresos elaborados por imprentas privadas, bajo contrato estatal, con fuerte control administrativo. Y es a partir de 1942, cuando la impresión de los billetes es exclusiva de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.

Cada año la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado, realiza una bonita campaña publicitaria. Desde los años 90 del siglo pasado, los anuncios de la lotería de Navidad se convierten en un fenómeno cultural (recordad el “calvo de la lotería”, con su famosa música compuesta por Maurice Jarre para la banda sonora de la película Dr. Zhivago; Monserrat Caballé y Raphael, etc.). Ahora, la campaña publicitaria se basa en una historia centrada en la carga emocional que puede contener un simple décimo. La pieza principal propone un relato sobre recuerdos, prioridades y valores compartidos.

La lotería de Navidad es el sorteo más antiguo del mundo aún en funcionamiento continuo. Es mucho más que un sorteo, es un patrimonio cultural nuestro, compartido a lo largo de generaciones, una mezcla de tradición y esperanza.

¡¡¡¡Aaah!!! ¡Se me olvidaba una desagradable noticia!!! Y es que, desde 2013, Hacienda se lleva el 20% de los premios mayores de 40.000 euros. ¡A estos de Hacienda no se les ocurre nada bueno!

José Antonio Parra Tomás