PUCCINI APASIONADO

La ópera en su conjunto tiene momentos especiales, bien por que nacen nuevas tendencias, nuevas fórmulas de representación o nuevos estilos musicales. El caso de Puccini es este último. Puccini es un compositor del más allá, han llegado a escribir, un compositor que con su paleta musical anticipa y crea el escenario y el desarrollo de la historia, el desarrollo de la ópera que estamos viendo.

LORENZO PIRIZ-CARBONELL

Lorenzo Piriz Carbonell en Asociación la Tortuga de El Charco.

8/16/20254 min read

Puccini Apasionado

Giaccomo Puccini fue uno de los mas grandes compositores de ópera de todos los tiempos. Los argumentos a los cuales puso música, la mayoría se basaban en historias llenas de pasión, venganzas, traiciones, celos y algún que otro escarceo con la política napoleónica. Él mismo se enfrentó con llevarse a crear, que no inventar, una nueva clase de composiciones que sin dejar la teatralidad de la letra, describían y proyectaban imágenes sonoras que transformaba en música. No hay ni una sola opera de Puccini que no puedas imaginar perfectamente el escenario escenográfico cerrando los ojos y sin mirar, ver perfectamente sus ubicaciones, panoramas y detalles ornamentales. El usaba la música, su música, para describirlos perfectamente. Porque maravillosamente supo interpretar la poesía y hacerla visible al corazón y no al cerebro. Fue un visionario, creador de conceptos que regirían para siempre el mundo futuro de las composiciones musicales. Sus melodías eran tan teatrales que cuando se inventó el cinematógrafo, mudo primero, los pianistas que acompañaban las proyecciones letradas en planos, recurrían muchas veces a interpretar sus partituras. Escribió doce óperas porque la vida se lo llevó tempranamente. Y digo la vida pues él nunca creyó en que la muerte era el final de algo sino el principio del todo. Doce operas, desde “La Villi” hasta “Turandot,” que son el legado mas variopinto que la música teatralizada pueda tener.

Pero comenzó a escribir algo tarde, casi en su treintena, tenia recursos para subsistir y no le importaba mucho el triunfo monetario de un estreno que si bien no lo hizo famoso hasta su “Manon Lescaut”, también por ello le arrojó a la palestra del mundillo farandulero de los escándalos sociales. Era muy apasionado y fogoso lleno de juventud hormonada y bien apoyada por un físico masculino que no había señora que no le admirara. Y en esas admiraciones, el joven Jacobo conoce a una mujer casada, Elvira de nombre, esposa de un farmacéutico, que en cuanto inicia un romance de cama con el jovenzuelo y se queda preñada opta por abandonar al marido y reunirse con el amante tras desatar un escándalo pueblerino (vivían en Lucca, pueblo cercano al Lago de Como) que hizo que la pareja enamorada fuera mas que criticada por una sociedad que no permitía devaneos extramatrimoniales ni menos preñeces bastardas. Y nació un bastardo, Antonio, que nunca pudo ser registrado como ciudadano legal hasta que por esos giros del destino, al marido farmacéutico de la Elvira de marras, le pegaron cuatro tiros vía otro marido despechado al sorprender a su mujercilla encamada en la trastienda de la botica. Y como quedó viuda la Elvira pues se matrimonió con el Jacobo, haciendo menos bastardo al Antonio recién nacido. Vaya folletín, ¿verdad?. Pues en ese triquitraque anduvo metido este compositor que iba a ser el proyector mas fiel de las pasiones humanas puestas en música. Pero ya siendo famoso y viviendo oficialmente con la muy celosa Elvira, una de las criadas que tenían en su casa, joven, bonita y muy suelta de coqueterías fue la piedra angular de una pelotera en la cual la Señora de la Casa, la acusó por todo el pueblo de ser la casquivana amante de su “inocentón” marido. Y sucedió lo peor. La criada para defender su honra, se envenena con sublimado corrosivo de moda en la época para envenenarse, y al hacerle la autopsia se descubrió que era virgen. Esto clamó al cielo entre los comentarios de aquel pequeño pueblo de tal manera que la familia de la occisa, denunció penalmente a la Señora Puccini, la cual fue condenada a cinco meses de prisión, pero liberada de las rejas porque el músico pagó una ingente suma de dinero a los familiares para que otorgaran perdón y olvido de sentencia, cosa muy en uso en aquella época para enmendar delitos de baja estofa como calumnias y esas fruslerías sociales. Y pasaron los años. Y Puccini se hizo famoso. Elvira siguió celosa y encordiadora. Y Jacobo, gustador de amores pasionales, se lio por mucho tiempo con una Baronesa alemana que despertaba en el mundo del artisteo, tanta envidia como escándalos de salón.

Puccini murió en 1924 con apenas 66 años. Su aportación a la opera es hoy historia inmortal y ejemplo de lo que la pasión y el amor de un artista es capaz de hacer con el arte. Su música se seguirá escuchando y disfrutando. Sus escándalos y amoríos ya son ceniza de crematorio. Cuando la gente ve y admira y aplaude su ultimo trabajo “Turandot” y llega el momento en que la esclava Liú se suicida , en el aire quedan también incrustadas en aquellas bellas notas el recuerdo de un apenado Giaccomo Puccini que nunca se pudo quitar de la cabeza que por su apasionamiento inevitable aquella joven criada se quitó la vida. La creatividad inventa al arte y le copia su realismo. Vivimos para metabolizar los recuerdos. De no haber sufrido de “Passionitis” probablemente hoy no conoceríamos el verismo (representación de la vida real) en la ópera y su innegable inmortalidad, la de su música y la de ser extraordinario genio.

Lorenzo Piriz-Carbonell